SHREK es mucho más que una historia infantil. De hecho, muchos de los personajes de cuentos de hadas que conocemos nos hacen reflexionar sobre la auto-estima y el valor de la mutua aceptación aún en las diferencias. Ellos deciden no esperar resignadamente el toque de la varita mágica que cambie su realidad y toman su destino en sus propias manos para cambiarlo, aceptando sus defectos y limitaciones. Por supuesto que están presentes los condimentos esenciales de la historia de amor, el villano y el amigo fiel. Todo esto, contado con mucho humor en un texto que fluye acompañado de danzas y canciones. Un espectáculo de estas características implica un intenso trabajo de todo un equipo de maestros de actuación, canto y danza para preparar a los actores, quienes se forman en la Escuela de Teatro Bambalinas en distintos grupos y se unen en esta instancia para concretar el objetivo de todo actor: estar en el escenario. Durante tres meses y en forma intensiva se ensaya la obra. Participan alrededor de setenta chicos y adolescentes de 5 a 20 años, con distinto grado de experiencia, pero dirigidos con la misma exigencia para que todos contribuyan ofreciendo lo mejor de sí mismos. En el equipo de producción hay oportunidad para que aquellos que quieran además incursionar en otras áreas como diseño de vestuario y asistencia de dirección. De hecho, en Shrek hay varios “bambalinos” (como ellos se autodenominan) que no estarán en escena pero se han hecho cargo del sonido, la escenografía, la fotografía, etc.
Con una puesta en escena moderna y despojada en la que la fuerza de la historia es llevada adelante por una explosión de canciones y escenas de humor y picardía y con un elenco extremadamente joven y sorprendentemente comprometido con su arte, Shrek deleitó al público de todas las edades.